Inauguro blog con una entrada sobre la Noche en Blanco, que tuvo lugar en Madrid el 19 de septiembre. Creo que se llama noche en blanco porque así te quedas, en blanco, no ves nada. En el mejor de los casos ves varias cosas a medias.
Creo, o quiero creer, que la idea surgió con buenas intenciones, pero la masa de gente que se echa a las calles de la ciudad en esa noche hace que no se disfrute suficiente de los espectáculos, que no se vea nada, que haya colas, que no se pueda andar, que salga uno a relajarse paseando por un centro sin coches y acabe agobiado y deseando que un conductor loco se lleve por delante a más de uno de aquellos y aquellas que salen esa noche no por verdadero interés en lo que puedan ver, sino por cubrir el cupo de cultura anual. Parece que con salir esa noche ya no hace falta pisar un museo, teatro, galería o similar en todo el año, igual que para algunos políticos, basta con organizar la Noche en Blanco para no tener que ocuparse de la cultura en unos cuantos meses.
Eso es la Noche en Blanco a mi modo de ver, una operación de marketing propagandístico para que unos limpien sus conciencia asisitiendo una vez al año a un evento cultural, y otros queden como grandes promotores de la cultura y el arte.
Pero el ambiente cultural de una ciudad, y más de una capital como Madrid, no puede nutrirse solo de Noches en Blanco.
Y que conste que se hacen cosas interesantes, pero a qué precio...
Y en medio de esa gran operación de marketing a la que pongo a parir estaban mis obras proyectándose en una pantalla en el stand de Toshiba en la plaza del Reina Sofía (foto). Si, aunque no me guste la Noche en Blanco, bien contento que estoy de haber participado en ella.
La cultura amigos no debe ser un acto propagandístico, pero un acto propagandístico es un buen escaparate que hay que aprovechar.
Echa a andar (o a volar) la Cosa Voladora.
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